EL AVE MARÍA ‘EVANGÉLICO’.

Por: Ariel Alvarez.

El Padre Martín Lutero, reformador de la Iglesia Cristiana retuvo el Ave María en sus oraciones, pero le dio un enfoque Cristocéntrico. La distorsión que se la ha dado a la Bienaventurada Siempre Virgen María ha sido provocada por la ignorancia de las sagradas Escrituras y de la historia de la Iglesia. El Ave María Original, es completamente bíblico, puesto que es la unión de la salutación de Isabel, prima de la Virgen con el saludo del Arcángel San Gabriel, cuando anunció a María que sería Madre de Dios. Desde los primeros siglos de la Iglesia, se han usado distintas versiones del Ave María, en oriente y en occidente, pero fue hasta siglos posteriores que se le agregó la parte que dice: ‘Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte’, al Ave María original con esa parte agregada, lo llamamos ‘Ave María Post-Trento’, puesto que en el Concilio de Trento se estableció, en Roma, como el Ave María que habría de rezarse por todos los fieles romanos. Sin embargo, el Padre Martín Lutero, en sus escritos, nos muestra el enfoque original y provechoso que debemos darle a este maravilloso texto.

El Ave María Evangélico:
Nadie debe poner su confianza o convicción en la Madre de Dios o en sus méritos, pues de tal confianza sólo Dios es digno y este elevado culto es debido solamente a él. Preferentemente, alaba agradeciendo a Dios por María y de la gracia que le fue dada. Alabarla y amarla simplemente como aquella que, sin mérito, obtuvo tales bendiciones de Dios, por pura misericordia de él, como ella misma testigo en el Magníficat (Lc 1.46-55).
Esto es muy similar a cuando, por una visión del cielo, del sol y de toda la creación, me muevo a exaltar al que creó todas las cosas, trayendo todo esto en mi oración y alabanza, diciendo: Oh Dios, autor de la bella y la perfecta creación, que me concedes… De la misma manera, nuestra oración debe incluir a la Madre de Dios, como solemos decir: ¡Oh Dios, que noble persona tú creaste en ella! ¡Que ella sea bendita! Etcétera. Y tú que la honraste tan grandemente, concédeme también a mí…
No permitan que nuestros corazones se apeguen a ella, sino que a causa de ella penetren en Cristo y en el propio Dios. Así, lo que el Ave María dice es que toda la gloria debe ser dada a Dios, usando estas palabras: «Ave María, llena de gracia. El Señor es contigo (Lc 1.28), bendita eres tú entre las mujeres y bendito es el fruto de vuestro vientre, Jesucristo. Amén «.
Usted ven que estas palabras no tratan de oración, sino simplemente en dar alabanza y honor. De la misma forma, no hay petición en las primeras palabras del Padre Nuestro, sino alabanza y glorificación de que Dios es nuestro Padre y que él está en el cielo. Por lo tanto, no debemos hacer de la Ave María, ni una oración, ni una invocación, porque es inadecuado interpretar las palabras más allá de lo que ellas significan en sí mismas y más allá del significado dado a ellas por el Espíritu Santo.
Pero hay dos cosas que podemos hacer:
Primero, podemos usar el Ave María como una meditación en la que recitamos lo que la gracia que Dios le dio.
Secundariamente, debemos añadir una petición de que todos puedan conocerla y respetarla [como una bendita por Dios].
En primer lugar, ella es llena de gracia, proclamada para ser enteramente sin pecado – algo extraordinariamente grandioso. La gracia de Dios la llenó con todo de bueno y la hizo libre de todo mal.
En segundo lugar, Dios está con ella, lo que significa que todo lo que ella hizo o dejó de hacer es divino y acción de Dios en ella. Además, Dios la guardó y la protegió de todo lo que podría ser perjudicial para ella.
En tercer lugar, ella es bendita por encima de todas las demás mujeres, no sólo porque ella dio a luz sin leído, sufrimiento y daño para sí misma, diferente de Eva y todas las demás mujeres, sino por la razón de por el Espíritu Santo y sin pecado, se volvió fértil, concibió y dio a luz de manera a ninguna otra mujer concedida.
En cuarto lugar, su dar a luz es bendito, ya que se ha salvado de la maldición sobre todos los hijos de Eva, que son concebidos en pecado (Sal 51.5) y nacen para merecer la muerte y la condenación. Sólo el fruto de su vientre es bendito, ya que a través de este nacimiento todos nosotros somos bendecidos.
Además, una oración o petición debe ser añadida, nuestra oración por todos los que hablan mal contra este Fruto y esta Madre. Pero, ¿quién habla mal de este Fruto y de esta Madre? Cualquiera que persigue y habla mal contra su obra, el evangelio y la fe cristiana, como los judíos y los papistas están haciendo ahora.
La conclusión de esto es que, en el presente, nadie habla mal de esa Madre y de su Fruto, tanto como aquellos que la bendice con muchos rosarios y constantemente hablan de la boca hacia fuera el Ave María. Estos, más que cualquier otro, hablan mal contra la palabra de Cristo y la fe de la peor manera.
Por tanto, tenga en cuenta que esta Madre y su Fruto son benditos en doble modo, corporal y espiritual. Corporal con los labios y las palabras del Ave María; tales personas blasfeman y hablar mal de ella más peligrosamente. Y espiritualmente (alguien la a bendice ella) en su corazón al alabar y hacer acción de gracias por su hijo, Cristo, por todas sus palabras, obras y sufrimientos. Y nadie hace eso sino el que tiene la verdadera fe cristiana, porque sin esta fe ningún corazón es bueno, pero es, por naturaleza, lleno de habla maligna y blasfemia contra Dios y todos los santos. Por esa razón, quien no tiene fe es aconsejado a abstenerse de decir el Ave María y todas las demás oraciones, porque a tal persona se les aplica las palabras: En pecado se le haga su oración. (Salmos de David)
Referencias:
Libro de Oración Personal de Lutero de 1522.

Deja un comentario